Hace muchos años, los 2,5 km² de extensión del Cementerio Central eran un espacio donde se cazaban libremente ciervos y conejos. En la actualidad, estos animales han reconquistado su espacio vital y las escopetas llevan mucho tiempo silenciadas, por lo que los
animales salvajes moran en el mismo lugar en el que presidentes, artistas, escritores, compositores y otros ciudadanos distinguidos encontraron su descanso eterno. Para paparazzis aficionados, esta es una ocasión perfecta para robarle una última foto a alguna figura destacada de Viena. Pero una foto de Beethoven, Strauss o Falco (de sus tumbas, por lo menos) no es todo lo que hay aquí. Quien tenga la paciencia necesaria también puede llegar a capturar los "grandes cinco" del Cementerio Central con su cámara: ciervos, conejos, zorros, hámsters y erizos. Teniendo buen ojo y sabiendo esperar al momento perfecto, además de tener un poco de suerte, en este bello e inquietante safari es posible toparse con los habitantes vivos del cementerio, que ofrecen una bonita estampa para los observadores de la naturaleza o los fotógrafos espontáneos que estén por la zona.
La visita guiada pasa por el antiguo cementerio judío, donde las tumbas no destacan por estar especialmente cuidadas ni lucir grandes arreglos florales, sino más bien al contrario: se trata de monumentos fúnebres ajados y cubiertos por la maleza, por lo que cumplen con las condiciones perfectas para permitir la vida de los animales salvajes. En pocos sitios como este se encuentra el más allá tan cerca del Paraíso (el natural).