La madrina de los años 60 es quien marca el paso del Café Korb. Lo moderno es otra cosa. Tal vez sea ese el motivo por el que los vieneses se sienten tan bien en este lugar. Aunque el Café Korb suele estar lleno durante la mayor parte del día, aquí todo el mundo encuentra su rincón. El famoso autóctono de la mesa de al lado que todos conocen de los programas de televisión está concentrado en su periódico. Unos cuántos creativos se han instalado cerca de una señora del primer distrito. El señor de las afueras degusta un plato de gulash. Como siempre, todo muestra un aspecto de absoluta normalidad. No importa lo excéntricos que sean los parroquianos; nadie los mira. Aquí podría haber incluso un gorila comiéndose un Apfelstrudel mientras lee el periódico sin que llamara la atención de nadie.