Un viaje en tren hacia lugares exóticos en su propio vagón del legendario Expreso de Oriente vienés que recorre casi 4 km.
"¡Todo el mundo arriba!", se oye gritar cada 15 minutos en la estación de tren del Prater, situada en las proximidades de la Noria Gigante.
Y es entonces cuando sale el tren de liliputienses: desde el agitado Wurstelprater hasta el estadio. El viaje da la sensación de ser un pequeño recorrido que invita a soñar. La nostalgia se va abriendo paso cuando la pequeña locomotora empieza a vibrar y echar vapor. El tren se va alejando del ajetreo del Prater y se adentra en el tranquilo y verde bosque de Auwald. De tanto en cuanto, se oye el sonido de la locomotora, la señal típica de los trenes a vapor.
Se sigue recorriendo la avenida principal a un ritmo lento y pausado; de hecho, es posible ver a algunos corredores más rápidos. Se viaja con comodidad en el vagón abierto, que permite disfrutar de la suave brisa del viaje. Conforme se va acortando la distancia con la estación, el ruido va creciendo. Se ha llegado al destino cuando los hinchas del estadio de Ernst-Happel vitorean con júbilo y se oye gritar: ¡"todo el mundo abajo!".
